viernes, 19 de noviembre de 2010

ÉBANO, DE RYSZARD KAPUSCINSKI


Ébano es África. El lector siente el continente africano, inaccesible según Kapuscinski, “…demasiado grande para describirlo” pero un poco menos gracias precisamente a este libro. Se ve África porque la dibuja magistralmente cuando habla de que todo está inundado de luz, de claridad, de sol; habla de un infierno húmedo o del olor del trópico, que seduce y da asco al tiempo, y habla de su gente, de cómo está enraizada en ese paisaje y en ese clima, de su profunda espiritualidad, de su cultura privativa, sus creencias y tabúes, y del estado casi natural del africano: una postura de inerte espera, nos dice; de aguante, de mudo aposentamiento.

Todo eso es África para el magnífico escritor y reportero, y hay que creerle a pies juntillas porque narra de primera mano, porque relata lo que le ocurrió en sus propias carnes: tuvo su vida jugada con una cobra, sufrió un ataque de malaria, casi le mata un guerrillero, contrajo la tuberculosis, etcétera, y todo le ocurrió porque decidió instalarse en calles y casas en las que reinaba la miseria y el hacinamiento y conocer desde dentro el conradiano misterio del corazón de las tinieblas. Y descubrir “un impresionante espectáculo que nos embriaga con su versatilidad, su riqueza, su resplandeciente colorido.”

El libro, enigmática mezcla de periodismo y creación literaria como ocurre siempre con este admirado autor polaco, es la mejor oportunidad para acercarse al espíritu de África y a “gentes de rostros fuertes y brillantes, como esculpidos en ébano...”

lunes, 1 de noviembre de 2010

VISTA CANSADA, DE LUIS GARCÍA MONTERO


“Cansado estoy de verte / mundo extraño…” clama García Montero. Muchos lo suscribirían, a la vista –cansada- de tantas situaciones indignas, tanta crisis de ideas y quiebra de valores y déficit de decencia y burla de lo esencial y tanta pretendida modernidad. Es tiempo de desorientación y escasa autenticidad, la sociedad civil está narcotizada, el sentido común ausente, nos va la tontería y preferimos caminar lejos de la verdad, sin capacidad interior, ni individual ni colectiva, de cuestionar ni pedir explicaciones ni combatir. Hace apenas un mes, en artículo periodístico, el propio García Montero lo resumía mejor “…los individuos son de nuevo lobos para otros individuos, perdiendo cualquier impulso de fraternidad. Más que ciudadanos libres que forman espacios públicos de convivencia, encarnan egoísmos que se devoran.”

La madurez de su casi medio siglo de vida le debió parecer buen momento al poeta para aceptar el paso del tiempo –por eso el título- y reflexionar sobre la memoria, la familia, los recuerdos, la infancia o el amor, con un puntito de melancolía aunque también con optimismo vital ante el futuro, a pesar del muy negro panorama pintado en el párrafo anterior. Y recapacita con una voz propia: poemas hondos, expresados de forma sencilla, escueta. Y en tono de serena modestia, nada que ver con los egos inflados y el envanecimiento de revertes o dragós.

Especialmente complacida debe sentirse la exitosa Almudenainés (y la alegría), del poema Aniversario: “Si dura ya diez años / nuestra primera noche, / yo no debo extrañarme / de que la luz conserve todavía / una inquietud, un traje de chaqueta / humillado en el suelo del hotel / y el despertar del hombre que no pudo dormirse.”

Vista cansada. Buen título para un libro de poesía, buen libro de poesía, buen poeta (y seguramente además buen marido; tiene toda la pinta.)