viernes, 12 de agosto de 2011

ESPAÑISTÁN. ESTE PAÍS SE VA A LA MIERDA, DE ALEIX SALÓ


Dejaremos a un lado la imposición de etiquetas (¿novela gráfica? ¿historieta? ¿esperpento?...) y perdonaremos el exabrupto del título, porque al pan pan...y pocas palabras bastan.

Con todo, si el joven Saló, a quien por generación le tocaría oscilar entre nini e indignado, no hubiese dibujado este Españistán, alguien debería haberlo hecho en su lugar.

El reino que responde a este nombre goza del mejor sistema educativo de África, y el rasgo que lo individualiza, y ahí le duele, es la proliferación de hipotecas crecientes que se nutren de sueldos menguantes. ¿Y quiénes son sus súbditos? Notable e injusto contraste entre "ingenieros parias" y "chonis líderes de opinión".

Saló explica, valièndose de un dedo inteligente al que no le tiembla el pulso a la hora de hurgar en la llaga, un periplo iniciático. Un cani al que la crisis vigente ha despertado en un mundo real más duro que Matrix. Su buga tuneao no le sirve para comer. Mientras espera que lo desahucien por impago de la hipoteca, se aliena o se alimenta mirando su pantalla de plasma animada con bazofias monocordes que responden a las siglas TDT. Sin embargo, en vez de acoquinarse a verlas venir, decide deshacerse de su condena semicentenaria y plantar cara, "dando lugar a un relato plagado de tópicos, tacos y faltas de ortografía".

Reconocer los pecados atávicos de esta nuestra comunidad (sin anillo y pronto sin nada) resulta desternillante a ratos. Sin embargo, una vez evaporada la carcajada, queda el poso desesperanzado del sarcasmo. Hay que leer el relato para quemar el sobrepeso de la incertidumbre. ¿Por qué, por qué hemos pasado de un plumazo de VIPS a mindundis? Y aun más: leyéndolo, como en las bienintencionadas maratones televisivas, seremos conscientes de contra qué luchamos.

Se podría formular más alto, pero sin ese puntito de mala leche, no sería lo mismo.

DAVID GOLDER, DE IRÈNE NÉMIROVSKY



Un relato descarnado sobre las consecuencias de situar el afán de enriquecimiento por encima de todo. David Golder es un hombre maduro, hecho a sí mismo, judío errante cuya única patria es la especulación y el dinero resultante a cualquier precio. Asistimos de cerca a su descenso a los infiernos, que arranca con el suicidio al que induce a su mejor amigo y socio, y que se complica con una enfermedad. Golder es por fin consciente que el cansancio, el desengaño y los remordimientos, en una proporción tan dañina como difícil de precisar, acaban pasando factura. Acompañamos al héroe solitario, pese a vivir rodeado de acólitos, parásitos y asesores, a lo largo del viaje definitivo.

Primera etapa: de París a Biarritz. A Némirovsky, rica judía ucraniana en el exilio, no le duelen prendas a la hora de mostrar el trasfondo oscuro e inhumano, miserable en última instancia, que susyace en determinado tren de vida. Golder, pese a su deterioro patente, deberá renovar en incómodos plazos el amor de su hija diletante y el respeto de la esposa que acoge a su amante español bajo el techo común.

Segunda etapa: retorno a París, más solo que antes, si cabe. Golder intenta recuperar un amigo, arquetipo de la avaricia, y sobre todo reflotar su imperio, lo que implicará la vuelta a sus orígenes y el reencuentro con él mismo en la tercera y última etapa.

El contexto económico actualiza novelas de este calado, aunque sólo sea por aquello de que la Historia se repite. Consecuentemente, si algo hemos aprendido de ésta, pongámonos a temblar por lo que vino después de la Belle Époque.

Némirovsky, asesinada en un campo de exterminio, trata una temática similar, pero con la contundencia y tal vez la crueldad de la nouvelle en El baile.

jueves, 11 de agosto de 2011

LA HUMILLACIÓN, DE PHILIP ROTH


Pocos autores gozan de tanta celebridad en vida como Roth, alabado casi siempre por la crítica y candidato en las quinielas del Nobel en los últimos años. Por algo será, aunque quizá no tanto por esta corta novela.

Aquí cuenta la peripecia de Simón Axler, un gran actor teatral que pierde su talento en la proximidad de su vejez, y eso desencadena otras tragedias: la pérdida también de su autoestima, su salud, su matrimonio. Y ese hombre antes triunfador se convierte de forma brutal en un ser humillado, hundido, que todos los días pensaba en el suicidio. Sin embargo, en un intento de recomponer su vida y recuperar su talento, apela al impulso erótico para salir de su crisis, gracias a su relación –sórdida, muy explícita- con una mujer más joven, lesbiana indecisa e inestable, con la que se plantea incluso la idea de tener un hijo. Las cosas no salen bien, los planes se truncan, él es mucho más vulnerable que ella y retorna de nuevo la humillación y la idea de la muerte.

Pues eso quiere ser la novela, una reflexión sobre el sentido de la vida, la vejez, la autodestrucción, el vacío, la muerte y el deseo erótico precisamente como fortaleza ante esa muerte.

Quiere ser.