jueves, 22 de julio de 2010

LA CATÁSTROFRE PERFECTA, DE IGNACIO RAMONET


Que lleva por subtítulo Crisis del siglo y refundación del porvernir. El autor nos pinta un panorama muy negro sobre datos incontestables y análisis certeros.

En los años 80 asistimos al triunfo de unas ideas: el mercado siempre tiene razón, laissez-faire, neoliberalismo como panacea.

Aquellas tesis desembocaron en el gran desplome financiero del 2008. Fin del capitalismo, fin de una era, recesión global, crisis financiera mundial y sus consecuencias: recortes sociales, desempleo, trabajadores que pagan el pato –como siempre-, mayores desigualdades, saqueo ecológico, desequilibro climático, crisis energética y alimentaria, riesgo de que surjan dictadores y dictaduras, etcétera. El momento coincide, además, con el principio del final de la hegemonía de EEUU y el auge de ciertos países emergentes como China e India, es decir el “desplazamiento del centro de gravedad del mundo hacia Asia”.

Hasta aquí los hechos, los desafíos, los peligros. A partir de aquí, las perspectivas. Lo que Ramonet dice es que aprendamos la lección del gran fiasco que ha sido el neoliberalismo a toda costa. Propone aprovechar la ocasión y apostar por refundar el sistema económico y avanzar a un modelo de desarrollo sobre bases más justas y solidarias. “Habría que dar un mayor control a los ciudadanos sobre los recursos estratégicos y sobre las decisiones económicas que conciernen a sus vidas”. Hoy por hoy una utopía social, pero…

Ignacio Ramonet –hijo de españoles- es periodista, escritor, director muchos años de la prestigiosa publicación Le Monde Diplomatique. Uno de esos tipos imprescindibles en el mundo actual, al que da gusto leer y también oír en vivo, documentado, valiente y aclamado gurú contra la globalización.

(A propósito, no es ladrar por las esquinas, pero aquello de desregular, privatizar masivamente, matar a Keynes… ¿no suena mucho a una triste época del triste Aznar y su triste filosofía?)

sábado, 10 de julio de 2010

LAÚD Y CICATRICES, DE DANILO KIS



El apátrida, Laúd y cicatrices, El poeta… media docena de relatos póstumos del brillante e inclasificable autor serbio y judío, que sufrió en sus carnes el hostigamiento del régimen comunista y en las de su familia la intolerancia y devastación del nazismo.

Un señor sin patria (“…la lengua constituye la única patria del hombre”) que acaba fulminado por una tormenta, una historia de emigrantes con final entrañable y amargo a la vez, un poeta (“…las tiranías sólo consienten a los poetas cuando se prestan a colaborar con ellas”) que escribe versos inoportunos contra Tito y el Partido, que es interrogado, preso diez años, obligado a escribir sonetos de sentido contrario y que acaba con su vida una vez liberado. Etcétera. De esa naturaleza son los temas del libro: amor y muerte, soledad y fracaso, infancia y exilio. Una temática que se repite en otros grandes libros suyos: Una tumba para Boris Davidovich o La enciclopedia de los muertos.

Y de su forma de narrar ya da una idea el poético título del libro. En efecto, su narrativa es bella y elaborada, no fácil, a veces poesía dentro de la novela, impregnada de pesimismo y talento minucioso a partes iguales. Y luego está el compromiso: “La tentación del silencio es inaceptable. El escritor no debe limitarse a construir una obra. Su obligación es añadir algo de bondad al mundo. Cada palabra escrita es como la Creación.”

Todo un mandamiento ¿no?