viernes, 6 de mayo de 2011

LA MUERTE DE IVAN ILICH, DE LEON TOLSTÓI


A desvelar el gran enigma de la muerte y a reflexionar sobre el sentido de la vida se entrega de lleno esta triste, dura y pequeña obra maestra. Lo hace a través de un juez ruso, Ivan Ilich, que presiente su final y repasa las etapas de su vida: su ascenso social, su vida marcada por la soledad y las mentiras, su enrarecido ambiente familiar, la revisión de los valores propios… Lo sorprendente es que en pocas páginas aparecen planteados muchos temas y consideraciones tan vigentes hoy: el dolor moral (no sólo físico), el estado depresivo, el desamparo ante la enfermedad, la deshumanización de los médicos, la hipocresía y falsedad del entorno, el olvido de familiares. De modo que la agonía del personaje se convierte, a lo largo del relato, en nuestra propia angustia, y su enojo en el nuestro, y -ahora que cada vez con más frecuencia nos enfrentamos con algún caso cercano de calvario, de abismo, de drama insalvable- sus preguntas también se convierten en las nuestras (“¿porqué todos estos padecimientos? ¿a qué viene todo este horror?”)
Chocante la burla (y máxima a la vez) de que finalmente Ivan Ilich sólo encuentre consuelo y apoyo en su sirviente, un mujik campesino y simple pero que representa (en contraste con familia y amigos) al único ser noble, puro, sincero y con una vida en armonía con la naturaleza, “la única digna de ser vivida”.