viernes, 23 de diciembre de 2011

EL DIABLO EN EL CUERPO, DE RAYMOND RADIGUET



La historia que nos ocupa es sencilla (que no simple). Un adolescente innominado (¿alter ego del autor?) se enamora de una joven algo mayor que él, casada, sin embargo, con un soldado que está en el frente. Inmoralidad, destino, amor, pasión, convencionalismos, traición coexisten en este relato que, escrito en los años veinte del siglo pasado, no ha perdido frescura (léase con la ambigüedad que el término sugiere).

Un apunte biográfico de Radiguet: ésta es su única novela, ya que murió prematuramente a los veinte años. Tal vez se acuñó la expresión enfant terrible para referirse a él.
Aún más: parece que, tanto en francés como en español, la expresión "tener el diablo en el cuerpo" se utiliza para referirse a la concupiscencia a raíz de la publicación de la novela.

Permítasenos la licencia de transcribir algunos fragmentos.

"Leíamos juntos iluminados por el fuego de la chimenea. Ella arrojaba a menudo las cartas que su marido le enviaba, cada día, desde el frente. Por la inquietud que se expresaba en ellas se deducía que las de Marthe eran cada vez menos tiernas y frecuentes. Yo no podía evitar sentirme mal viendo cómo las cartas ardían."

"-Prefiero.--murmuró ella, ser desgraciada contigo que feliz con él.
He aquí una de esas frases de enamorados que no quieren decir nada pero que, pronunciadas por los labios que uno ama, llegan a embriagarle."

"Y yo me preguntaba, y me pregunto todavía, si el amor le otorga a uno el derecho a arrebatarle a una mujer su destino, tal vez mediocre, pero lleno de tranquilidad"

SIN BLANCA EN PARÍS Y EN LONDRES, DE GEORGE ORWELL



Apetece recuperar un libro acorde con estos tiempos en que se nos quiere inculcar la penuria. ¿Había alguna regla tácita que impedía repetir autor? No lo sabemos.

Orwell asume voluntariamente la aventura de la indigencia. Primero en París, ciudad en la que se ha quedado, de un día para otro, sin las miserables clases de inglés que le permitían comer algo tres veces al día. Serán tiempos durísimos de sobrellevar: tiempos de burlar a los implacables caseros, de empeñar hasta la ropa para comprar pan y tabaco, y sobre todo, de recorrer la ciudad inhóspita de punta a punta por ofertas de trabajo falsas, engañosas o que rozan la esclavitud.

El autor lo asume sin hacerse excesiva mala sangre, sin protestar siquiera, con tal que tenga un amigo para compartir un pitillo y sueños sobre un trabajo que les dé de comer caliente y les permita emborracharse religiosamente cada sábado por la noche.

Nos adentramos en una galería de personajes pintorescos, venidos a menos, hedonistas de baratillo, soñadores e incluso irreductiblemente idealistas y entusiastas, tocados, eso sí, por un halo de dignidad que la mugre y la indiferencia logran apagar.

Cuando en un golpe de suerte Orwell consigue volver a su país, se enfrenta exactamente con el mismo destino de paria. Porque nadie es profeta en su tierra. La diferencia, según confiesa, es que en París los clochards pueden estar tirados por el suelo, delito inconcebible en la capital del ya agonizante imperio británico.

Y al acabar la lectura, sin un presente resuelto, con un futuro que le llevará a luchar en nuestra guerra civil, en el frente de Aragón (1937), nos queda la duda de cuántos orwells, indignados o simplemente desesperados, patean sin blanca, tal vez sin expectativas, nuestras ciudades en este mismo instante.

CANDIDE, DE VOLTAIRE



"Candidus" era para los romanos el blanco brillante, "candente", del rojo vivo. Y los "candidatos" eran, nobleza obliga, los pretendientes a cargos públicos, caracterizados por la blancura física y moral del atuendo y por ende, de su portador. Por un desplazamiento semántico, el término "cándido" se identifica en castellano con la idea de ingenuidad, rayana en ocasiones con la estupidez. Ignoramos si el corrosivo Voltaire tenía en mente tales asociaciones conceptuales cuando nos legó esta monumental novelita.

Candide es un muchacho impresionable, maleable, convencido de vivir "en el mejor de los mundos posibles", sólo porque así se lo ha inculcado su maestro, el irreductible Pangloss. Ambos viven plácidamente como subordinados en la corte de un noble alemán. El joven se enamora de la hija de su señor, la bella Cunegunda. Cuando esto trasciende, le echan literalmente a puntapiés en el trasero, y esta será la primera vez en esta novela que los glúteos constatan la maldad del mundo. Con todo, pese a la azarosa vida que le espera, llena de violencia absurda y de reencuentros a lo largo y ancho del planeta y de sus conflictos, nada le hará bajar del burro al muchacho.

Asistimos con una sonrisa (congelada por el horror) a matanzas hiperbólicas, a autos de fe meapilas, a viajes transoceánicos e incluso a la pérdida de nalgas. Tal vez resida en ellas la candidez...

Sólo el mundo parece adquirir sentido cuando nos vemos, creemos que por vez primera en la historia de la ficción novelística, en el fabuloso Eldorado, donde el oro tiene el valor de la basura.

La sonrisa, ya curada de espanto, reaparece en los compases finales allegro vivace, en una pirueta tan increíble e inverosímil como tres cuartas partes del todo. Es cuando el pánfilo Cándido, más tonto que Abundio y que el que se la pisó meando hasta entonces, da en el clavo con una afirmación de la que deberíamos tomar buena nota, tal es su vigencia.

No es de extrañar que el bueno de Voltaire tuviera fama de peligrosísimo para la ortodoxia, las buenas costumbres y la sana (e ignorante) obediencia preconizada por los del "haz lo que yo digo y no lo que yo hago".

sábado, 3 de diciembre de 2011

EL DUELO, DE ANTON CHEJOV


Tiene cierto delito que después de muchas reseñas no hubiera asomado todavía Chejov por este blog. Más vale tarde. Podría haber hecho su aparición con cualquier joya de sus más de mil relatos, que para eso es el maestro de ese género considerado “menor” por algunos que nunca lo han cultivado (están verdes las uvas).

Finalmente la obra elegida es El Duelo, uno de los cuentos más largos del gran narrador pero con la misma materia de la mayoría de sus relatos, la vida cotidiana de sus coetáneos, gentes de la clase media, en este caso un zoólogo y un funcionario, con sus miedos, deseos, debilidades. Aquí, como en La Señora del perrito, como en tantos cuentos, aparecen el amor y el desamor, la infidelidad, el fracaso, las flaquezas de los personajes y la visión moral que lo envuelve todo.

El joven funcionario Laevsky vive con su amante una relación muy criticada por amigos y vecinos. Laevsky vive de forma frívola, disoluta, sin valores. En cambio, el zoólogo Von Koren es su antítesis moral, pero también es un científico arrogante que odia al funcionario y le reta a un duelo, un enfrentamiento del que ambos salen ilesos y que es más una excusa del autor para enfrentar dos formas de vida e introducir su moraleja final: el funcionario, que pensaba abandonar a su amante, tras el duelo se casa con ella, se redime, ordena su vida. La trama es sencilla, como siempre en Chejov. Lo importante son los retratos psicológicos, muy definidos y a través de la visión de otros personajes. Y las interesantes reflexiones: “En la vida de familia, lo esencial es la paciencia. No el amor –que no puede durar mucho- sino la paciencia”. Y los finales abiertos, la permanente sensación de historias inacabadas.

sábado, 12 de noviembre de 2011

LEÑA AL FUEGO, DE JOSÉ L. GARCÍA MARTÍN


Este García Martín es un escritor formidable, aunque haya acumulado mayor fama como crítico literario riguroso y más o menos encarnizado. Su fructífero blog (cafearcadia.blogspot.com) por sí solo ya bastaría para probar que es un pensador reflexivo y un escritor más que interesante. Pero además están sus libros y su polifacética labor como crítico (ya está dicho), poeta, memorialista, profesor de literatura, bloguero (ya dicho), diarista, prologista y hasta editor.

Es buen ejemplo este Leña al fuego, bonito título para un libro de diarios. Le tiene cogido el tono a ese género de diarios o memorias o crónica de la vida cotidiana o como se quiera llamar.

Ya en la primera frase del prólogo declara su intención: “De los diarios íntimos lo que menos me interesa es lo que tienen de íntimo”. En consecuencia, las páginas que siguen luego son más bien memoria, muchas citas fruto de muchas lecturas, viajes y ciudades (“El azar es el mejor amigo del viajero irresponsable…”), encuentros con escritores, anécdotas, experiencias, pensamientos y -por encima de todo- literatura. Ya casi al final del libro se autocalifica “… ¿Soy poeta? (…) ¿Soy crítico? (…) ¿Cómo me calificaría yo a mí mismo? Como lector. Me imagino perfectamente sin escribir; me cuesta imaginarme sin un libro en las manos.”

Pero su trayectoria le corrige. Lector y escritor. Así pues, recomendación repetida: (cafearcadia.blogspot.com) un blog muy literario; un literato muy bloguero.

LA SANGRE DEL POBRE, DE LEON BLOY


“La sangre del pobre es el dinero”. Así arranca este corto ensayo del hipercatólico autor, maldito en su época. Aunque sea desde su postura casi apostólica, el mensaje de Bloy es sencillo y de triste actualidad: hay gran maldad en la riqueza y el que tiene mucho es porque se lo está quitando a muchos otros. Hoy, un siglo después de sus augurios, ¿qué no escribiría el apocalíptico autor ante un tormentoso mundo más lleno que nunca de injusticias y desigualdades, de miseria y hambre? ¿qué pensaría de la indecencia del capital, de los perversos especuladores, de los todopoderosos mercados?

Estamos ante un defensor incansable de los pobres y excluidos, que vivió la miseria en sus carnes, que vislumbró una era de catástrofes y que atacó con violencia la codicia de los ricos. Pero lo admirable es la forma en que lo hizo, la virulencia de su lenguaje, su estilo exaltado, exageradamente duro, altanero, siempre reprobatorio, que nunca deja impasible. No escribe, grita. Por eso sus textos zarandean al lector. Por eso lo mejor en su caso es citarle: “La Pobreza es lo Relativo –privación de lo superfluo-; la Miseria es lo Absoluto –privación de lo necesario.” “Para conocer lo que es el sufrimiento, hace falta haber sido amamantado y mecido en la cuna por el Dolor, por el dolor genuino que es la miseria”. A los ricos: “Tu dinero, fruto de sangre y de lágrimas, está siendo probado por el fuego que falta a los hijos de los pobres cuando nieva” o “¡Ese dinero no es suyo y lo debe restituir a los pobres! ¡Usted no puede retenerlo sin ser el más cobarde y el más abominable de los bellacos…!

Escritor insobornable (“Yo puedo alquilar mi tijera; pero mi pluma no debe pertenecer a nadie más que a mí”) Escritor denso, profundo. Prosa brillante, desmesurada.

martes, 1 de noviembre de 2011

BOLA DE SEBO, DE GUI DE MAUPASSANT



Una narración maestra de un maestro de la narración. Maupassant, tal vez hijo natural de Flaubert, pero, con todo, dignísimo epígono de su mentor o padre, se crece en las medias distancias. Nos recuerda, apreciación totalmente subjetiva, al Flaubert sumario, mediofondista, de los Tres cuentos. La presente es una nouvelle, término de mal traducir a nuestra lengua. "Cuento" no sólo tergiversa, sino que le queda pequeño, y "novela", pese a la identidad fonética, le sobra. Bola de sebo describe y cosifica desde buen comienzo a la protagonista, a su pesar. Se trata de una prostituta oronda (eran otros los cánones vigentes) que viaja en diligencia por el norte de Francia durante la guerra francoprusiana. Su pasión (nutricia, no profesional)ha previsto comida y bebida en abundancia. Sus compañeros de viaje, una nutrida representación de la dignidad republicana, no. Ninguno de ellos, burgueses pero hambrientos al fin y al cabo, hará ascos a lo que la meretriz les ofrece con un corazón acorde a sus carnes. Cuando un oficial alemán exige su sacrificio para obtener un salvoconducto, a la sociedad en miniatura no le temblará el pulso para sugerir el cumplimiento de un deber patriótico. Qué más da, si es su oficio. La hipocresía y la dignidad (falsa) viajarán, rodilla con rodilla, en la diligencia, tan incómoda como antes. Así todo vuelve a ser comme il faut, pues qué se habían pensado.

domingo, 16 de octubre de 2011

ESPAÑOLES EN EL GULAG, DE SECUNDINO SERRANO


El subtítulo “Republicanos bajo el estalinismo” precisa más el tema. En efecto, los protagonistas del libro son los republicanos que acabaron en los campos de trabajo forzado de Rusia, luchando por sobrevivir contra el hambre, la miseria y el frío gélido. Son las biografías de españoles “de base”, ignorados y maltratados por la Historia, a los que en cierto momento repudiaba todo el mundo, hasta “los suyos”. Vidas de tristeza y desarraigo, historias muy humanas, emotivas.

El libro contempla su calamitosa peripecia en los archipiélagos soviéticos, y en ese sentido muchos “lectores al azar” se frotarán las manos antes de tiempo intuyendo un relato anticomunista. Que no se froten tanto. De la lectura profunda surgen mayores denuncias: que existieron numerosas mentiras sobre aquellos prisioneros, que sufrieron el olvido de la diplomacia y el régimen franquista (“En la dictadura, la única vía a la normalidad para los vencidos pasaba por el olvido más radical, la ablación de la memoria”) que fueron liberados finalmente gracias a la muerte de Stalin en 1953, sin apenas intervención del régimen, etcétera. Y la ironía final, el absurdo de que habían salido para Rusia exultantes de utopía republicana –libertad, igualdad, progreso- pero volvían desencantados y eran utilizados por la dictadura en sus propósitos antibolcheviques: “…españoles que marcharon a Rusia cantando el Himno de Riego y regresaron a España, quince años más tarde, en un barco donde se entonaba el Cara al sol”. Pues todo eso relata el libro, y muchas contradicciones más sobre su repatriación, su retorno, su adaptación otra vez a su patria o la vigilancia policial a la que les sometió el régimen.

Secundino Serrano, historiador especialista en estos temas, se empeña de nuevo en reivindicar las trayectorias de aquellos que lucharon o resistieron en el anonimato. Y aquí redondea su trilogía de vencidos en la posguerra española, después de sus aplaudidos libros Maquis (españoles contra Franco) y La última gesta (republicanos contra Hitler).

miércoles, 5 de octubre de 2011

SUPERFICIALES, DE NICHOLAS CARR


A veces una viñeta gráfica condensa un tratado entero.

Este libro –interesante, honesto- se subtitula ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? y analiza cómo el uso de la Red –por encima de sus innegables beneficios- está rediseñando nuestro cerebro: debilitando nuestra capacidad de concentración, alterando nuestros modos de lectura, troceando nuestras mentes, dispersándonos, mermando nuestra memoria a largo plazo, adormeciendo ciertas habilidades de retención y comprensión y creatividad.

No son opiniones, son argumentos fruto de la investigación. Neurólogos, psicólogos o educadores lo han comprobado: nuestro viejo cerebro se resiente por el uso continuado de correos, cliquear, goglear, hipervínculos, búsquedas, multimedias, alertas… Algunos lo expresan de manera muy contundente: “la Red provoca extensos daños cerebrales” “deseamos ser interrumpidos” “memoria de silicio” “la Web es una tecnología del olvido”.

Y cada uno, finalmente, lo está experimentando en sí mismo: las distracciones de Internet, sus potentes atractivos, son una amenaza demasiado grande para la concentración y la memoria, para la reflexión y el razonamiento, para la lectura profunda y crítica que exige atención, silencio y tiempo. La Red nos lleva a un pensamiento apresurado y superficial, a la lectura aleatoria, a rastrear sin leer, al batiburrillo, al “picoteo”.

La viñeta elegida para ilustrar la reseña lo expresa mejor que este texto (aunque la paradoja es que la viñeta circula por la Red)

martes, 13 de septiembre de 2011

EL PALACIO AZUL DE LOS INGENIEROS BELGAS, DE FULGENCIO ARGUELLES


Escritor no demasiado conocido, quizá porque no se prodiga con un título cada año como otros colegas, quizá porque elabora y trabaja tanto sus libros que sólo aparecen cada lustro, quizá porque vale más caer en gracia… y él no ha tenido a los voceros oficiales de su parte. Da igual: poco conocido, pero muy apreciable, sorprendente escritor. Ya lo demostró en su primera novela, de precioso título, Letanías de lluvia, una historia coral, de vidas cruzadas y enredadas en una aldea minera asturiana sobre la que vemos llover implacablemente casi como en Macondo.

Aquí confirma su notable talento. El Palacio… es libro de prosa vigorosa, de una fuerza extraordinaria, sobre todo al comienzo. Literatura y guerra civil suelen formar buena pareja, aunque aquí la contienda es sólo un telón de fondo. Estamos en los primeros años del siglo, en la época de la revolución en Asturias de un pueblo explotado contra la clase acomodada que poseía el poder (mucho que ver con lo de ahora, con lo de siempre). Y en ese contexto social complejo se narra la historia de Nalo, un chaval inquieto que entra a trabajar como aprendiz de jardinero en el palacio azul de unos ricos ingenieros belgas. Desde allí es testigo privilegiado de esos años convulsos, allí se inicia en el sexo, en el conocimiento, en las vivencias; desde allí descubre la vida, la muerte.

Hay mucho de realidad y mucho de mágico. Hay dos mundos enfrentados y contradictorios, que dejan a veces un regusto amargo. Hay prosa poética y lenguaje de la tierra, habituales en este autor. Lirismo y costumbrismo comedido se alternan en las páginas de este libro. Y Asturias sigue siendo su Macondo particular.

domingo, 4 de septiembre de 2011

CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA, DE G. GARCÍA MÁRQUEZ


Releer a García Márquez, después de un tiempo, puede tener su riesgo: el de no encontrar al gran escritor que una vez nos deslumbró. Con ese temor, con todas las reservas, ¿qué mejor que elegir esta novela insuperable? Pues bien, el riesgo merece la pena: cuando un narrador es extraordinario, lo es por los siglos de los siglos.

Un tema simple -los hechos ocurridos en un pequeño pueblo, la muerte de un hombre que todos sabían de antemano que iba a ocurrir- da para mucho. Aparecen los asuntos de la honra, el código de honor y la educación de ese pueblo, la iglesia, el alcalde cacique... Y una idea se filtra en el relato: la fatalidad, el destino trágico contra el que no hay escapatoria. Al fin los temas de Gabo resultan universales, aunque sus novelas estén ambientadas en su tierra natal y se desarrollen en un escenario local.

Aquí todo es impecable: la trama es perfecta, los diálogos y las palabras elegidas también. Es una crónica que funciona y camina como un mecanismo de precisión, incluso en los flash-back, cuando avanza y retrocede el relato en el tiempo (un tiempo breve, por otro lado: la acción apenas transcurre en un día, por tanto son horas muy detalladas). Y es un libro formalmente más sobrio y conciso que otros del autor, casi un texto periodístico, quizá para lograr esa exactitud.

viernes, 12 de agosto de 2011

ESPAÑISTÁN. ESTE PAÍS SE VA A LA MIERDA, DE ALEIX SALÓ


Dejaremos a un lado la imposición de etiquetas (¿novela gráfica? ¿historieta? ¿esperpento?...) y perdonaremos el exabrupto del título, porque al pan pan...y pocas palabras bastan.

Con todo, si el joven Saló, a quien por generación le tocaría oscilar entre nini e indignado, no hubiese dibujado este Españistán, alguien debería haberlo hecho en su lugar.

El reino que responde a este nombre goza del mejor sistema educativo de África, y el rasgo que lo individualiza, y ahí le duele, es la proliferación de hipotecas crecientes que se nutren de sueldos menguantes. ¿Y quiénes son sus súbditos? Notable e injusto contraste entre "ingenieros parias" y "chonis líderes de opinión".

Saló explica, valièndose de un dedo inteligente al que no le tiembla el pulso a la hora de hurgar en la llaga, un periplo iniciático. Un cani al que la crisis vigente ha despertado en un mundo real más duro que Matrix. Su buga tuneao no le sirve para comer. Mientras espera que lo desahucien por impago de la hipoteca, se aliena o se alimenta mirando su pantalla de plasma animada con bazofias monocordes que responden a las siglas TDT. Sin embargo, en vez de acoquinarse a verlas venir, decide deshacerse de su condena semicentenaria y plantar cara, "dando lugar a un relato plagado de tópicos, tacos y faltas de ortografía".

Reconocer los pecados atávicos de esta nuestra comunidad (sin anillo y pronto sin nada) resulta desternillante a ratos. Sin embargo, una vez evaporada la carcajada, queda el poso desesperanzado del sarcasmo. Hay que leer el relato para quemar el sobrepeso de la incertidumbre. ¿Por qué, por qué hemos pasado de un plumazo de VIPS a mindundis? Y aun más: leyéndolo, como en las bienintencionadas maratones televisivas, seremos conscientes de contra qué luchamos.

Se podría formular más alto, pero sin ese puntito de mala leche, no sería lo mismo.

DAVID GOLDER, DE IRÈNE NÉMIROVSKY



Un relato descarnado sobre las consecuencias de situar el afán de enriquecimiento por encima de todo. David Golder es un hombre maduro, hecho a sí mismo, judío errante cuya única patria es la especulación y el dinero resultante a cualquier precio. Asistimos de cerca a su descenso a los infiernos, que arranca con el suicidio al que induce a su mejor amigo y socio, y que se complica con una enfermedad. Golder es por fin consciente que el cansancio, el desengaño y los remordimientos, en una proporción tan dañina como difícil de precisar, acaban pasando factura. Acompañamos al héroe solitario, pese a vivir rodeado de acólitos, parásitos y asesores, a lo largo del viaje definitivo.

Primera etapa: de París a Biarritz. A Némirovsky, rica judía ucraniana en el exilio, no le duelen prendas a la hora de mostrar el trasfondo oscuro e inhumano, miserable en última instancia, que susyace en determinado tren de vida. Golder, pese a su deterioro patente, deberá renovar en incómodos plazos el amor de su hija diletante y el respeto de la esposa que acoge a su amante español bajo el techo común.

Segunda etapa: retorno a París, más solo que antes, si cabe. Golder intenta recuperar un amigo, arquetipo de la avaricia, y sobre todo reflotar su imperio, lo que implicará la vuelta a sus orígenes y el reencuentro con él mismo en la tercera y última etapa.

El contexto económico actualiza novelas de este calado, aunque sólo sea por aquello de que la Historia se repite. Consecuentemente, si algo hemos aprendido de ésta, pongámonos a temblar por lo que vino después de la Belle Époque.

Némirovsky, asesinada en un campo de exterminio, trata una temática similar, pero con la contundencia y tal vez la crueldad de la nouvelle en El baile.

jueves, 11 de agosto de 2011

LA HUMILLACIÓN, DE PHILIP ROTH


Pocos autores gozan de tanta celebridad en vida como Roth, alabado casi siempre por la crítica y candidato en las quinielas del Nobel en los últimos años. Por algo será, aunque quizá no tanto por esta corta novela.

Aquí cuenta la peripecia de Simón Axler, un gran actor teatral que pierde su talento en la proximidad de su vejez, y eso desencadena otras tragedias: la pérdida también de su autoestima, su salud, su matrimonio. Y ese hombre antes triunfador se convierte de forma brutal en un ser humillado, hundido, que todos los días pensaba en el suicidio. Sin embargo, en un intento de recomponer su vida y recuperar su talento, apela al impulso erótico para salir de su crisis, gracias a su relación –sórdida, muy explícita- con una mujer más joven, lesbiana indecisa e inestable, con la que se plantea incluso la idea de tener un hijo. Las cosas no salen bien, los planes se truncan, él es mucho más vulnerable que ella y retorna de nuevo la humillación y la idea de la muerte.

Pues eso quiere ser la novela, una reflexión sobre el sentido de la vida, la vejez, la autodestrucción, el vacío, la muerte y el deseo erótico precisamente como fortaleza ante esa muerte.

Quiere ser.

viernes, 22 de julio de 2011

GUÍA PARA VIAJEROS INOCENTES, DE MARK TWAIN


En 1867 un grupo de turistas y peregrinos americanos embarcan con destino a Tierra Santa (con escala en ciudades intermedias del Mediterráneo: Marsella, Roma, Florencia, Pisa, Egipto, Damasco, Málaga…), en lo que puede considerarse el primer viaje turístico organizado de la historia. Entre ellos, un joven autor de inmenso talento, Mark Twain, que realiza una especie de diario de a bordo, del que resulta una guía de viaje que bien se puede leer como una fascinante novela. El gran escritor da noticia de ciudades, monumentos, rincones o costumbres, haciendo gala de su vena humorística, tan notable como desconocida. Twain se muestra socarrón y corrosivo, lúcido y mordaz, sacando punta a todo lo que se mueve, parodiando todo lo que discurre en el relato y fabricando algo similar a una caricaturización literaria.

Hay lugares y gentes que salen bastante mal parados. Ejemplos: “…vaya cuando vaya, encontrará alguien sorbiendo los mocos sobre esa tumba”. “Civitavecchia es el mejor nido de suciedad, plagas e ignorancia…”. Ni siquiera se libran la Santa Madre Iglesia (“De los sanguinarios pasatiempos de la Santa Inquisición, la masacre del Coliseo y las tétricas sepulturas de las catacumbas, pasamos a los pintorescos horrores del Convento de los Capuchinos”) ni los Maestros Antiguos (“Miguel Ángel, Rafael… pintaron bastantes Vírgenes, bastantes Papas y bastantes espantajos angelicales como para poblar el Paraíso…”)

El balance, sin embargo, es positivo y el escritor trotamundos acaba confesando que “viajar es nefasto para el prejuicio, la intolerancia y la estrechez de miras”. Lo que siempre se ha dicho: viajar y leer.

sábado, 16 de julio de 2011

SONATA DE ESTÍO, DE VALLE-INCLÁN


Escojamos esta sonata, de entre las cuatro, simplemente porque es verano. Sin más.

He aquí las memorias del Marqués de Bradomín, en las que se narra el encuentro y la conquista del marqués donjuanesco (“feo, católico y sentimental”) con la joven criolla Niña Chole, y poco más. Memorias también de un viaje por México. El estío se corresponde con la plenitud del marqués, en la flor de vida (juventud, madurez y vejez eran las sonatas de primavera, otoño e invierno, respectivamente)

La singularidad del libro es que describe (¡y cómo las describe!) las dotes seductoras del marqués, un dandi sobrado y vanidoso, desplegadas con la Niña Chole, mestiza voluptuosa, bella y sensual. El amor entre ellos es carnal, no romántico, es pasión y casi pecado: hay incesto, libertinaje, traición, adulterio, muerte y hasta irreverencia religiosa, pues mientras consuman su relación dobla una campana a muerto en un convento (“Mis manos, distraídas y doctorales, comenzaron a desflorar sus senos. Ella, suspirando, entornó los ojos, y celebramos nuestras bodas con siete copiosos sacrificios que ofrecimos a los dioses como el triunfo de la vida.”) Y tras la traición, reencuentro. Cuando su amorío se reanuda, Bradomín confiesa (y el libro acaba) “pobre Niña Chole, después de haber pecado tanto, aún no sabía que el supremo deleite sólo se encuentra tras los abandonos crueles, en las reconciliaciones cobardes. A mi me estaba reservada la gloria de enseñárselo (…) Desde entonces compadezco a los desgraciados que, engañados por una mujer, se consumen sin volver a besarla.” Ese es siempre el tono, frívolo pero elegante.

Todo el libro es verdadero culto a la forma: plasticidad, ritmo, léxico exquisito, riqueza en imágenes, estética casi poética. En suma, puro estilismo.

Escojamos a Valle simplemente porque era un preciosista. Sin más.

viernes, 1 de julio de 2011

PURGA, DE SOFI OKSANEN


Una novela que glosa dramáticamente un duelo entre dos mujeres tal vez no tan antagónicas como se antojaba en un principio. Una prostituta rusa aparece inconsciente en el jardín de una vieja campesina estonia. La URSS se desmembra a pasos agigantados (es fácil pensar en la metáfora bíblica del gigante con los pies de barro) y este proceso, irónicamente, supone el caldo de cultivo ideal para el capitalismo salvaje y para el comercio de personas, si es que cabe diferenciar lo uno de lo otro. La joven precisamente está huyendo de su brutal proxeneta, que le había prometido un mundo de medias que no se rasgan y que se pueden pagar en dólares. La vieja acoge, con reservas, a la fugitiva en su mísera casa, lo cual es eco de una historia sucedida cincuenta años atrás. La trama desvela que la irrupción de la joven no es fruto del azar, sino tal vez la búsqueda de un equilibrio roto. Purga es una historia durísima construida alrededor de ambas figuras femeninas, que habla de ilusiones desvanecidas, de celos y de que cualquier tiempo pasado, tal vez, sólo tal vez, nunca fue mejor.

martes, 28 de junio de 2011

SEDA, DE ALESSANDRO BARICCO


Sucede que a veces se llega a ciertos títulos por recomendación muy favorable y entusiasta. Sucede que se elevan enormemente las expectativas y los niveles de predisposición personal. Y sucede, con frecuencia, que la lectura recomendada no alcanza finalmente el listón colocado tan alto.

Quizá este librito no tenga porqué defraudar a quien se acerque al mismo sin prejuicios. Al contrario, al parecer es lo que llaman un long-seller, un superventas continuado en el tiempo. Y seguro que hay razones objetivas para ello. Es una historia muy light: una fábula protagonizada por Hervé Joncourt, un aventurero francés buscador de gusanos de seda. Una historieta exótica y suave, fresca diríamos, breve, lírica, casi un cuento oriental. Una historia bien contada, con palabras ajustadas, entretenida, muy poética y simbolista, llena de musicalidad. También tiene algo de libro de viajes (de Francia a Japón, vale decir de occidente a oriente, y vuelta) y de historia de amor con una carta final llena de intenso erotismo, que incluso introduce mensajes pretendidamente profundos: “Era, por lo demás, uno de esos hombres que prefieren asistir a su propia vida y consideran improcedente cualquier aspiración a vivirla”. Todos los ingredientes, en fin, para un plato muy consumible.

Pero, enlazando con el principio: uno no se atrevería a recomendar vivamente este libro, ni a lo contrario. En los silencios del relato y en los espacios blancos de sus páginas, un lector –medio- verá sensiblería y otro –por debajo de medio- trascendencia.

sábado, 11 de junio de 2011

EL CORRECTOR, DE RICARDO MENÉNDEZ SALMÓN



Vladimir (así llamado por servitud ideológica del padre) es un corrector profesional que está acabando de revisar una traducción de Dostoievski. Junto a aquel asistimos, con impotencia paralela a la suya, al eco mediático suscitado por el horror del 11-M. Ojalá, es fácil concluir, se pudiese aplicar el deleátur al caos y a la barbarie enarbolados en nombre del credo que proceda. A medida que pasan las horas y que trascienden los detalles de lo que pasa en el mundo, se desgranan las circunstancias de la vida de Vlad. Por ejemplo: ¿quién corrige al corrector?. O incluso más: la relación con el editor y con su único amigo; el amor (perdido y recuperado) que siente por Zoe; el paréntesis que supuso el nacimiento del hijo que no conoce; qué decirles a sus padres o a la panadera enferma, cuyo hijo, a su vez, cuestiona la vigencia de lo que el corrector, en otro paréntesis, tal vez en otra vida, escribió...

LA BICICLETA ESTÁTICA, DE SERGI PÀMIES



El paso del tiempo y la bicicleta estática como metáfora: los pies que imprimen movimiento para no ir a ninguna parte. Pàmies se ha hecho mayor, con toda la carga semántica y existencial: de acólito de Monzó, con quien todavía comparte equipo en La Vanguardia, a adquirir voz propia y diferenciada. Los 19 relatos son otras tantas etapas de este pedalear de salón. Cierto que no lleve muy lejos, pero tal vez ahí radique su encanto. Los destellos autobiográficos que los animan adquieren el rango de categoría (casi) universal, y por lo tanto, son fácilmente reconocibles: ecos de la niñez, de la relación con los padres, de la soledad (en pareja o tal vez no)...de uno mismo, en definitiva. Alguien definió alguna vez, creemos recordar, los relatos de Pàmies en calidad de tragos cortos como los que el bebedor ocasional se dispensa para digerir mejor los recovecos de la vida.

miércoles, 1 de junio de 2011

CONFESIONES DE UN BURGUÉS, DE SÁNDOR MÁRAI


Hay que ser muy maduro y más lúcido aún para escribir a los treinta y cuatro años unas memorias así. Este grandísimo escritor lo hizo, concisa, elegante y apasionadamente, convirtiéndose en cronista de la clase burguesa húngara a la que pertenecía su acomodada familia. Pero no sólo: su libro sincero refleja además la invasión nazi y la posterior ocupación comunista de su patria, junto a su autobiografía: su vida y recuerdos, su infancia, la adolescencia y primera juventud, sus traumas y tristezas, sus emociones, sus antepasados… A ellos dedica, por ejemplo, impresionantes párrafos: “Tengo que hablar de los muertos, así que debo bajar la voz. Algunos están completamente muertos para mí; otros sobreviven en mis gestos, en la forma de mi cráneo, en mi manera de fumar, de hacer el amor, de alimentarme: como y bebo ciertas cosas por encargo de ellos. Son numerosos. No alborotan demasiado. (...) La “personalidad”, lo poco que tú mismo añades, es una nimiedad en comparación con la herencia que los muertos te dejan. Personas que ni siquiera he llegado a conocer sobreviven en mí: se ponen nerviosas, escriben novelas, albergan deseos y luchan contra sus miedos en mí.”

Márai relata también sus años de estudiante, sus lecturas y su obsesión por escribir, sus contactos con bohemios y vividores, sus vagabundeos y viajes por Europa, su vida intensa –como periodista- en Alemania (fiestas, amores, borracheras) y sus años en París en los que conoció estrecheces, incomprensión y nostalgias, hasta el punto de sentir la llamada de su propio idioma –“la patria del escritor es su lengua materna”- y regresar a Budapest. Todo eso y más cuenta Márai, con sutileza y sensibilidad literaria. Alto pensamiento. Gran literatura.

viernes, 6 de mayo de 2011

LA MUERTE DE IVAN ILICH, DE LEON TOLSTÓI


A desvelar el gran enigma de la muerte y a reflexionar sobre el sentido de la vida se entrega de lleno esta triste, dura y pequeña obra maestra. Lo hace a través de un juez ruso, Ivan Ilich, que presiente su final y repasa las etapas de su vida: su ascenso social, su vida marcada por la soledad y las mentiras, su enrarecido ambiente familiar, la revisión de los valores propios… Lo sorprendente es que en pocas páginas aparecen planteados muchos temas y consideraciones tan vigentes hoy: el dolor moral (no sólo físico), el estado depresivo, el desamparo ante la enfermedad, la deshumanización de los médicos, la hipocresía y falsedad del entorno, el olvido de familiares. De modo que la agonía del personaje se convierte, a lo largo del relato, en nuestra propia angustia, y su enojo en el nuestro, y -ahora que cada vez con más frecuencia nos enfrentamos con algún caso cercano de calvario, de abismo, de drama insalvable- sus preguntas también se convierten en las nuestras (“¿porqué todos estos padecimientos? ¿a qué viene todo este horror?”)
Chocante la burla (y máxima a la vez) de que finalmente Ivan Ilich sólo encuentre consuelo y apoyo en su sirviente, un mujik campesino y simple pero que representa (en contraste con familia y amigos) al único ser noble, puro, sincero y con una vida en armonía con la naturaleza, “la única digna de ser vivida”.

sábado, 2 de abril de 2011

DE A PARA X, DE JOHN BERGUER


O lo que es lo mismo, de A´ida para Xavier. Las cartas que A´ida, activista política, envía (o no envía) a Xavier, encarcelado por fundar una red terrorista y condenado a cadena perpetua. A´ida le cuenta la vida, el mundo, los olores, los sueños. Ella le dibuja manos. Ella es su imaginación, sus ojos, su felicidad, su esperanza (“…desde que te encerraron, el futuro está siempre conmigo, porque te espero”) Cartas llenas de poesía, de sensualidad y ternura, que componen una historia de amor conmovedora (“todas las noches te reconstruyo, hueso a hueso”) y a la vez un testimonio de lucha y coraje (“nuestras cabezas nunca se bajarán lo bastante para comernos su mierda… en la precariedad reside nuestra fuerza”)

Berguer: el extraordinario autor inglés, hombre-orquesta, artista, polifacético y conocido sobre todo por su trilogía magistral De sus fatigas, enorme ensayo casi antropológico sobre la desaparición del mundo rural. Berguer: impactante aquí, de nuevo, con sus reflexiones lúcidas y casi filosóficas: “… pero la perfección es siempre antipática. Lo que se hace querer es lo imperfecto” o “Lo efímero no es lo opuesto a lo eterno. Lo opuesto a lo eterno es lo olvidado…”

Libro esperanzador y hondo, estremecedoramente tierno, que desmiente categóricamente a Pessoa (“todas las cartas de amor son ridículas”) con una escritura sencilla, tan hermosa y poética que remite de alguna forma a Galeano.

De A´ida para Xavier… “puede que el tiempo, guapo mío, se dé media vuelta un instante antes de nuestra muerte”. De ineludible lectura.

lunes, 28 de marzo de 2011

TANTA PASIÓN PARA NADA, DE JULIO LLAMAZARES


“… la vida es una pasión inútil” afirma el autor en su prólogo, para justificar tanto su pertinaz nihilismo personal como el título del libro. Y bajo esa declaración quieren agruparse, algo forzadamente, una docena de relatos escritos en los últimos años por el excelente narrador leonés.

Un futbolista que falla el penalti de su vida, el anciano -enfermo terminal- que recupera a su primer amor para el tiempo que le queda, el escritor al que no le sale un cuento de encargo, un maqui -médico y anónimo- que salva a escondidas a una niña muy enferma, un minero ciego por un barreno que revisita aquella mina abandonada para escuchar todavía la explosión y su música de acordeonista…

Todas esas hermosas historias componen lo último –no lo mejor- que ha escrito el gran autor de La lluvia amarilla. Se ve que es un librito de transición entre otros trabajos mayores. Pero siempre está ahí la maestría del escritor, sobre todo para extraer la enjundia a personajes singulares, a veces marginales, siempre interesantes, entrañables y auténticos. Y siempre están ahí las señas de identidad de su obra: la tradición oral, la memoria, las leyendas, la guerra civil, el silencio, la derrota, el olvido, los recuerdos, la soledad… materias de las que él tanto sabe y tanto bueno ha escrito.

domingo, 13 de marzo de 2011

INDIGNEZ-VOUS (INDIGNAOS), DE STÉPHANE HESSEL



Indignarse es el verbo resultante de la indignación, estado anímico que el María Moliner define como "enfado violento provocado en alguien por una acción injusta o reprobable". Una actitud que presupone: 1) una situación que clame al cielo 2) voluntad, energía o ambas cosas para condenar aquélla.

Stéphane Hessel, desde la serenidad de sus 93 años y de su bagaje vital encuentra la voluntad y la energía necesarias. Porque sobran razones para soliviantarse con la que está cayendo: los ricos son cada vez más ricos, lo que conlleva que los pobres sean miserables. Es triste que tenga que ser un anciano quien meta el dedo en la llaga.

Apuntemos sólo dos ideas de este panfleto, epígono de otros tiempos de indignación, que se lee casi en el tiempo de esta reseña.

La Europa de la postguerra, desmantelada pero con un ideal, supo construir un Estado del bienestar, al cual, según se pregona, tendremos que renunciar inexorablemente. Y ante tamaño sinsentido, parece que no pasa nada, se indigna el venerable superviviente de Auschwitz, que apela, para concluir, a (la traducción es nuestra):

"una verdadera insurrección pacífica contra los medios de comunicación de masas que únicamente proponen como horizonte para nuestra juventud el consumo desenfrenado, el desprecio de los más débiles y de la cultura, la amnesia generalizada y la competencia a ultranza de todos contra todos.

(Ya se ha traducido al español con prólogo de un venerable sabio de la quinta de Hessel: José Luis Sampedro)

martes, 1 de marzo de 2011

EL FACTOR HUMANO, DE JOHN CARLIN


Existe un recelo injusto entre lectores exquisitos, que identifican siempre bestseller con literatura despreciable, de consumo, paraliteratura. Error. Algunos (La conjura de los necios, El perfume, El nombre de la rosa…) dicen lo contrario. El factor humano también pertenece a esos superventas de calidad.

Con una cita del propio Mandela (“No hay que apelar a su razón, sino a sus corazones”) comienza el sensacional libro-reportaje, una larga investigación y biografía de la personalidad más poderosa del siglo pasado, pero incidiendo en el toque humano (Human Touch el título original): conciliador, generoso, seductor, afable y grande de espíritu. Cabría pensar que el libro procura agrandar la leyenda, pero tan gigantesco líder no lo necesita. Mandela, tras veintisiete años en prisión, encontró en el rugby y en el mundial de 1995, el instrumento político para ayudar a la construcción nacional, a la paz y estabilidad en Sudáfrica y lograr el gran reto de la unificación nacional después de cuatro décadas de odio racial de los blancos afrikaners y de feroz apartheid simbolizado en el rugby. Cambió el curso de la Historia logrando que la población y la resistencia negra apoyasen al odiado equipo de los Springboks -el emblema Springbok era un detestable símbolo del apartheid- y ganasen el mundial y celebrasen finalmente todos la victoria. Se ganó a los suyos y luego a los enemigos. Logró “crear sudafricanos”.

Carlin, con un lenguaje sencillo, mantiene la tensión y el ritmo del relato: hace literatura. Entrevistando a un repertorio de personajes principales de aquel momento memorable, con documentación, rigor y talento, Carlin hace además periodismo. Poco más se podía pedir. Si acaso, que Clint Eastwood hiciera Invictus.

EL MUNDO, DE JUAN JOSÉ MILLÁS


Conocido y gran articulista, irónico, de humor afilado, atento al minúsculo detalle que se les escapa a los demás, certero a fuer de valiente, que se compromete y se moja y se define, Juanjo Millás es además autor de inolvidables reportajes y entrevistas, magnífico pues en su labor periodística (hay columnas suyas verdaderamente gloriosas, perfectas, coleccionables).

Sin embargo, ay, no parece que le haya tomado el pulso a la novela a juzgar por la que le proporcionó el Planeta hace tres años, prueba también de que dicho premio (no limpio, ofrecido de antemano, que sólo –con acento- busca un nombre) no es garantía de nada. Más aún, en este caso la novela casi no lo es. Son en realidad recuerdos, escenas, anécdotas, memorias. Un relato intimista y autobiográfico de la infancia y juventud del autor: de su calle, su casa, su familia, sus vecinos… su mundo y su visión del mismo. Entrañable, sin duda, mas ¿dónde está la creación de personajes y ambientes, de la atmósfera de una novela? Aún así, siempre aparece el detalle redentor, el detalle que salva incluso a un libro menor: “El que ha tenido frío de pequeño, tendrá frío el resto de su vida, porque el frío de la infancia no se va nunca”.

Pero más que en su novela El Mundo, en el periodismo Millás sí que ha creado un mundo de trabajos y personajes interesantes.

domingo, 6 de febrero de 2011

THOMAS PYNCHON: UN ESCRITOR SIN ORIFICIOS, DE RUBÉN MARTÍN G.



Un librito heterodoxo e iconoclasta en el sentido etimológico de ambos términos. En primer lugar, por articular un pensamiento que se sitúa voluntariamente al margen y, acto seguido, por dar forma a una diatriba llevada al extremo. En este aspecto último, forma y fondo se dan la mano: sólo se puede poner en entredicho un autor elitista con un manifiesto que en muchos pasajes resulte difícil de seguir. El título mismo se nos antoja una metáfora picante que tal vez aluda coloquialmente a lo arduo que resulta entender al escurridizo norteamericano. Vamos, que no haya por donde cogerlo, expresión que resulta, ironías del lenguaje, malsonante en español de Sudamérica. Pynchon se ha ganado a pulso fama de hermético, dinamitando las barrera entre los géneros. La postmodernidad era, entre otras cosas, eso mismo: cata difuminada con notas de epistolario, hagiografía, ensayo y panfleto. El punto de partida es un conflicto paralelo a propósito de la identidad del escritor de culto y la del autor de la, llamémosle así, apología. Así transcurren las páginas, siempre con la duda a flor de piel, como si estuviéramos en una performance en que, embadurnados hasta las cejas, nos preguntásemos si lo que vemos va en serio o en broma. O tal vez ninguna de las opciones anteriores, a tenor de las ilustraciones inquietantes.

WILLIE EL SOÑADOR, DE ANTHONY BROWNE



El humor y la imaginación son compatibles: basta con asomarse a los cuadros de Magritte. Asimismo, la expresión álbum (ilustrado) inteligente no es un oxímoron. Los protagonizados por Willie, un chimpancé escuchimizado que viste chalecos feísimos, son entrañables en tanto que nos recuerdan el niño que fuimos (pongamos aquí la sarta de adjetivos que más nos convenga). Y eso fascina al padre que hojea el libro y al niño que se da cuenta de la identidad que se establece entre los tres. ¿Lo mejor del presente? Que a rico, espabilado y guapo tal vez sí, pero a soñador no le gana nadie, y a caballo de su butaca orejera (mejor dicho, en alas de), sueña como debe ser: sin límites. Desfilan ante sus párpados cerrados, que son los mismos que los nuestros pero abiertos, otros Willies alternativos de ahora mismo, de antes y del futuro. La imagen, como en todo buen sueño, adquiere un peso relevante, e invita al niño a descubrir detalles tan divertidos como poéticos (nada de las soseces intrincadas del ubicuo Wally). Por su parte, en el mismo proceso, el adulto que acompaña descubre conexiones: Dalí, Magritte, Rousseau...sintiéndose equidistante entre la ternura y el desconcierto.

EL ÚLTIMO PATRIARCA, DE NAJAT EL HACHMI



A menudo cuesta asomarse a los premios literarios por razones diversas. Además de la pereza inherente (¿por qué leer lo que se debe, cuando lo que se debe es leer?), el esfuerzo se redobla si nos atenemos al sistema de cuotas (dichosa corrección política). Por ello cuando se concedió el Ramon Llull de novela a una mujer de origen extranjero, sacudimos la cabeza con aires de “estaba cantado” e ironizamos: el año que viene, a un calvo bajito con astigmatismo. Sin embargo, dejamos pasar la efervescencia, nos detuvimos a pensar que también pasa en otras culturas (los que vienen a quedarse se apropian de tu lengua) y le dimos una patada en el trasero a los prejuicios. A lo mejor, nos dijimos, tiene algo que contar y además lo hará con gracia. Y se obró la maravilla. El último patriarca es una novela escrita por una inmigrante, pero en absoluto es una obra que se limite a recordar en todo momento que sus méritos son los estipulados por el punto de partida de quien la escribe. Participa de tradiciones orales (la referida y la vivida) a caballo de dos sociedades (el lejano sur y la Cataluña actual) y refiere la coronación simbólica de Mimoun, erigido patriarca por madre, hermanas y amantes de aquí y de allá, y destronado precisamente por la niña de sus entretelas. Porque no hay vuelta atrás. Y lo que queda en medio es literatura con mayúsculas.

domingo, 30 de enero de 2011

DONDE VIVEN LOS MONSTUROS, DE MAURICE SENDAK



Todos tenemos o deberíamos tener una definición de urgencia para explicar qué es un clásico. Y más teniendo en cuenta que este concepto abarca ya géneros "no clásicos", como por ejemplo el álbum ilustrado. Ensayemos una definición desnuda: libro dirigido a público infantil, con preeminencia de ilustración pero con presencia también de texto, para que el niño lo lea autónomamente (o no), y que seguramente admita lecturas a más de un nivel. Pasito a pasito nos hemos acercado a un álbum ilustrado clásico, quod erat demostrandum. O si me apuran, el álbum ilustrado: Donde viven los monstruos. Conocida es la anécdota: un niño que se porta mal (¿recuerdan cuando no había etiquetas para el niño que, pura y llanamente, era de la piel de Barrabás?) y que, castigado por una madre ausente del relato, viaja con la imaginación. Destaquemos el simbolismo de los dibujos y de la acción, remachados por un texto brevísimo: el niño, vestido con una piel de lobo cual chamán siberiano, deviene, tras un viaje al otro confín del mundo, el rey de los monstruos. Los controla con su mirada magnética y éstos, que también tienen su corazoncito, le prodigan un cariñoso "¡te devoraremos!" para instarle que no vuelva a casa a tiempo de que se enfríe la cena de recluso infantil. La imaginación (y el espacio y el tiempo subjetivos) desbordan por la cabecita coronada del niño e incluso por su habitación. Quedará la cena, tibia, como muestra de amor incondicional materno, a pesar de los modales o del salvajismo del crío. Y quien esté libre de pecado, que tire la primera dentellada.

lunes, 10 de enero de 2011

PALABRA SOBRE PALABRA, DE ÁNGEL GONZÁLEZ


Nada mejor que comenzar un año –que se vislumbra inhóspito- leyendo (o revisitando) a don Ángel González, poeta mayor del siglo pasado y de la generación poética del 50. Su obra completa está recogida en una preciosa y precisa selección, con título de uno de sus libros míticos: Palabra sobre palabra.

Poeta de reconocimientos escasos y tardíos. Él mismo, que tuvo a gala quejarse para sus adentros, quiso de alguna manera protestar, ya casi al final: “¿Qué sabes tú de lo que fue mi vida?...”. El cantautor y poeta urbano Sabina le dedicó una canción que abundaba por ahí mismo: “… y agonizó en voz baja por cortesía”.

Poeta de tono coloquial y cercano, que cantó a la lluvia, al jardín, a los pájaros, al invierno. Aunque también al tiempo (“Mastico lentamente los minutos / -tras haberles quitado las espinas- …”) y a la desesperanza.

Poeta irónico, social, comprometido (la guerra, la solidaridad, la crítica contra el clero o la dictadura…). Y creador, a pesar de todo, vitalista. De vitalismo lento, eso sí; cimentado con gran esfuerzo. Dos de sus versos más conocidos lo certifican: “Para que yo me llame Ángel González… fue necesario un ancho espacio / y un largo tiempo”
“Mañana he decidido ir adelante / y avanzaré / mañana me dispongo a estar contento / mañana te amaré, mañana / y tarde, / mañana no será lo que Dios quiera.”