miércoles, 1 de junio de 2011

CONFESIONES DE UN BURGUÉS, DE SÁNDOR MÁRAI


Hay que ser muy maduro y más lúcido aún para escribir a los treinta y cuatro años unas memorias así. Este grandísimo escritor lo hizo, concisa, elegante y apasionadamente, convirtiéndose en cronista de la clase burguesa húngara a la que pertenecía su acomodada familia. Pero no sólo: su libro sincero refleja además la invasión nazi y la posterior ocupación comunista de su patria, junto a su autobiografía: su vida y recuerdos, su infancia, la adolescencia y primera juventud, sus traumas y tristezas, sus emociones, sus antepasados… A ellos dedica, por ejemplo, impresionantes párrafos: “Tengo que hablar de los muertos, así que debo bajar la voz. Algunos están completamente muertos para mí; otros sobreviven en mis gestos, en la forma de mi cráneo, en mi manera de fumar, de hacer el amor, de alimentarme: como y bebo ciertas cosas por encargo de ellos. Son numerosos. No alborotan demasiado. (...) La “personalidad”, lo poco que tú mismo añades, es una nimiedad en comparación con la herencia que los muertos te dejan. Personas que ni siquiera he llegado a conocer sobreviven en mí: se ponen nerviosas, escriben novelas, albergan deseos y luchan contra sus miedos en mí.”

Márai relata también sus años de estudiante, sus lecturas y su obsesión por escribir, sus contactos con bohemios y vividores, sus vagabundeos y viajes por Europa, su vida intensa –como periodista- en Alemania (fiestas, amores, borracheras) y sus años en París en los que conoció estrecheces, incomprensión y nostalgias, hasta el punto de sentir la llamada de su propio idioma –“la patria del escritor es su lengua materna”- y regresar a Budapest. Todo eso y más cuenta Márai, con sutileza y sensibilidad literaria. Alto pensamiento. Gran literatura.

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